Las 10 ciudades más sostenibles

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Muchas ciudades han comenzado a liderar el camino hacia un futuro más verde y habitable, dado que existe la necesidad de adoptar prácticas sostenibles. Estas urbes destacan por su innovación en el uso de energías renovables, movilidad sostenible, gestión eficiente de los recursos naturales y políticas enfocadas en mejorar la calidad de vida de sus habitantes. A continuación, exploramos las 10 ciudades más sostenibles del mundo.

Las 10 ciudades más sostenibles

1. Copenhague, Dinamarca

Copenhague ha sido reconocida durante años como una de las ciudades más sostenibles del mundo. El objetivo de la ciudad es convertirse en la primera capital neutral en carbono para 2025. El 50% de sus residentes utilizan bicicletas para desplazarse, y cuenta con un sistema de transporte público eficiente y energéticamente sostenible. Además, la ciudad ha implementado tecnologías verdes, como plantas de energía eólica y solar, y un excelente sistema de calefacción urbana.

2. Ámsterdam, Países Bajos

Ámsterdam es famosa por su cultura ciclista y sus políticas ambientales avanzadas. La ciudad ha integrado bicicletas en su vida diaria, con más bicicletas que habitantes y más de 800 kilómetros de ciclovías. Ámsterdam también se enfoca en la construcción de edificios ecológicos, la reutilización del agua y el reciclaje de residuos. Además, su puerto es uno de los más eficientes en términos de reducción de emisiones de CO2.

3. Estocolmo, Suecia

Estocolmo fue la primera ciudad en recibir el título de Capital Verde Europea en 2010. Su enfoque en el desarrollo urbano sostenible y la reducción de emisiones la sitúa entre las ciudades más verdes del mundo. Más del 80% de los residuos domésticos de la ciudad se reciclan, y sus ambiciosos objetivos incluyen eliminar los combustibles fósiles para 2040. Además, la ciudad tiene una excelente infraestructura para el transporte público, que utiliza energía limpia.

4. Vancouver, Canadá

Vancouver es una ciudad comprometida con la sostenibilidad desde hace décadas. Su ambición es convertirse en la ciudad más verde del mundo para 2050. Vancouver destaca por su gran uso de energías renovables, su transporte público eficiente y su red de ciclovías. La ciudad ha implementado un programa de «Desperdicio Cero» y trabaja para reducir drásticamente su huella de carbono. Además, el 90% de su energía proviene de fuentes hidroeléctricas.

5. Zúrich, Suiza

Zúrich combina sostenibilidad con alta calidad de vida. Esta ciudad suiza tiene un sistema de gestión de residuos eficiente, con tasas de reciclaje cercanas al 50%, y utiliza una gran cantidad de energías renovables, como la energía hidroeléctrica. También ha desarrollado un excelente sistema de transporte público, que incluye tranvías, autobuses eléctricos y trenes. Además, Zúrich ha reducido considerablemente sus emisiones de CO2 y planea convertirse en una ciudad de carbono neutral.

6. Reikiavik, Islandia

Reikiavik es un ejemplo extraordinario de cómo una ciudad puede aprovechar al máximo los recursos naturales para la sostenibilidad. Más del 90% de la electricidad y la calefacción en Reikiavik provienen de fuentes de energía geotérmica e hidroeléctrica. La ciudad ha adoptado estrictas políticas de reducción de emisiones y busca ser neutral en carbono para 2040. Además, sus habitantes disfrutan de un aire limpio y de una calidad de vida envidiable gracias a la abundancia de energía renovable.

7. Oslo, Noruega

Oslo es una de las ciudades más verdes de Europa, con políticas urbanas que la han convertido en un referente en sostenibilidad. En 2019, fue galardonada como la Capital Verde Europea. La ciudad se centra en la electrificación del transporte público y privado, con una gran infraestructura para vehículos eléctricos. Además, Oslo ha implementado soluciones innovadoras para la gestión de residuos, como el uso de biogás proveniente de los desechos orgánicos para alimentar sus autobuses.

8. Friburgo, Alemania

Friburgo, una pequeña ciudad en el sur de Alemania, es considerada un modelo global de urbanismo sostenible. Es pionera en el uso de energía solar, con una gran cantidad de instalaciones solares en edificios públicos y privados. Además, Friburgo ha diseñado barrios sostenibles con edificios de bajo consumo energético y ha desarrollado un sistema de transporte público integrado y eficiente. La movilidad ciclista es también una parte fundamental de su infraestructura.

9. Singapur

Singapur, una de las ciudades más avanzadas tecnológicamente, también es líder en sostenibilidad urbana. La ciudad-estado ha implementado políticas innovadoras para gestionar el uso del suelo, el agua y la energía de manera eficiente, como el reciclaje del agua mediante el programa «NEWater». Singapur también promueve el uso de tecnologías verdes en sus edificios, con un alto número de construcciones ecológicas certificadas. Además, ha desarrollado una extensa red de espacios verdes para mitigar los efectos del cambio climático.

10. Ljubljana, Eslovenia

Ljubljana ha emergido como una ciudad modelo en sostenibilidad en Europa del Este. Fue reconocida como la Capital Verde Europea en 2016 debido a su transformación ecológica. La ciudad ha peatonalizado su centro histórico, ha implementado una red de transporte público ecológico y fomenta el uso de bicicletas. Además, Ljubljana gestiona eficazmente los residuos y ha adoptado el modelo de «Cero Residuos», con un enfoque en la reutilización y el reciclaje.

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El Capital Natural: Factor clave para el desarrollo sostenible

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¿Qué es el Capital Natural?

El capital natural puede definirse como las reservas mundiales de activos naturales que incluyen la geología, el petróleo, el aire, el agua y todos los seres vivos. En otras palabras, es el conjunto de recursos naturales renovables y no renovables de un ecosistema, que al ser combinados brindan beneficios a las personas.

El capital natural es de dónde las personas obtienen una amplia gama de servicios, a menudo llamados servicios ecosistémicos, que hacen posible la vida humana.

Los servicios ecosistémicos más obvios incluyen los alimentos que comemos, el agua que bebemos y los materiales vegetales que utilizamos como combustible, materiales de construcción y medicamentos. También hay muchos servicios ecosistémicos menos visibles, como la regulación del clima y las defensas naturales contra las inundaciones que proporcionan los bosques o la polinización de los cultivos por insectos. Aún menos visibles son los servicios ecosistémicos culturales, como la inspiración que obtenemos de la vida silvestre y el entorno natural.

¿Por qué el capital natural puede llegar a suponer un problema?

Con el capital financiero, cuando gastamos demasiado acumulamos deudas que, si no se controlan, pueden acabar en quiebra. Con el capital natural, cuando extraemos demasiadas reservas de nuestro entorno natural, también contraemos una deuda que debemos pagar, por ejemplo, replantando bosques talados o permitiendo que los acuíferos se repongan después de haber extraído agua. Si seguimos reduciendo las reservas de capital natural sin permitir o alentar a la naturaleza a recuperarse, corremos el riesgo de un colapso del ecosistema local, regional o incluso global.

Por lo tanto, el capital natural mal gestionado se convierte no sólo en un pasivo ecológico, sino también en un pasivo social y económico. Trabajar contra la naturaleza mediante la sobreexplotación del capital natural puede ser catastrófico no sólo en términos de pérdida de biodiversidad, sino también catastrófico para los seres humanos a medida que la productividad y la resiliencia de los ecosistemas disminuyen con el tiempo y algunas regiones se vuelven más propensas a eventos extremos como inundaciones y sequías. En última instancia, esto hace que sea más difícil para las comunidades humanas mantenerse, particularmente en ecosistemas que ya se encuentran sobreexplotados, lo que podría conducir a hambrunas, conflictos por la escasez de recursos y desplazamiento de poblaciones.

¿Es valioso el capital natural en términos financieros?

En definitiva, la naturaleza no tiene precio. Sin embargo, no carece de valor y ha habido muchos estudios que han calculado el valor del capital natural en términos financieros. Por ejemplo, los árboles de las calles de California proporcionan mil millones de dólares al año en servicios ecosistémicos, a través de la regulación atmosférica y la prevención de inundaciones, y los bosques de manglares de México proporcionan 70 mil millones de dólares anuales a la economía a través de la protección contra tormentas, el apoyo a la pesca y el ecoturismo.

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