¿Cuáles son las diferencias entre un máster y un posgrado?

Diferencias entre un máster y un posgrado

Habitualmente utilizamos ambos términos para referirnos al mismo tipo de programa formativo. Sin embargo, existen varias diferencias entre un máster y posgrado que debemos conocer si nos estamos planteando cursar uno. Te las contamos.

Una vez que acabamos el grado universitario se nos abren varias posibilidades para continuar nuestros estudios, entre las que están los másteres oficiales, los títulos propios, los posgrados o los cursos especializados. En este post nos centraremos en conocer las diferencias entre un máster y un posgrado, dos opciones de estudio diferentes que suelen confundirse y que, aunque tienen mucho que ver, son distintos.

En primer lugar, un máster (ya sea oficial o propio), al que se accede con una titulación de grado o equivalente, tiene como finalidad que los estudiantes adquieran una formación avanzada de carácter especializado o multidisciplinario orientada a la especialización académica o profesional o bien para la iniciación a tareas investigadoras.

Habitualmente, en un máster los alumnos abordan una o diversas disciplinas con un enfoque amplio dentro del campo específico en el que se están formando. Ese programa académico cuenta con entre 60 y 120 créditos ECTS, lo que equivale a una duración de entre uno y dos años, incluyendo la elaboración del Trabajo Final de Máster (TFM).

Por su parte, un posgrado ofrece una formación mucho más especializada de una disciplina repartida entre los 30 y los 60 créditos ECTS, lo que permite estudiar varios de ellos en un curso académico. Los posgrados suelen ser útiles como complemento de un máster o para profesionales en constante formación.

En definitiva, las principales diferencias entre un máster y un posgrado se encuentran en su duración (más corta en la segunda opción), en su orientación (profesionalizante o para adquirir un perfil más investigador) y en el título que recibe el alumno (magíster en el primer caso y de experto universitario en una rama concreta en el segundo caso).

En Next Educación, impartimos tanto másteres oficiales como títulos propios, posgrados, expertos y cursos especializados, en las modalidades presencial, semipresencial y online. Puedes consultar todos nuestros programas pinchando aquí.

¿Qué es la dirección financiera?

¿Qué es la dirección financiera?

Los dos objetivos genéricos de toda empresa son sobrevivir y retribuir competitivamente a sus inversores. Un objetivo de riesgo y otro de rentabilidad que enmarcan la misión de la dirección financiera: apoyar y financiar el crecimiento rentable de la empresa, controlando su riesgo.

Lo que hace

Sus principales cometidos son la gestión de la información, los procesos administrativos y los flujos monetarios, la planificación, el análisis de inversiones, la financiación y la gestión del riesgo. Además, ayuda a las áreas operativas con procesos de gestión eficaces y asegura que sus responsables conocen el efecto financiero de sus decisiones. También asesora a la gerencia en operaciones corporativas como ampliar capital o invertir en otras sociedades.

Sus tres directrices

Las finanzas actuales combinan tres elementos fundamentales: los principios financieros básicos gestados por la experiencia, la valiosa aportación del progreso tecnológico y el efecto de las recurrentes oportunidades y amenazas del entorno.

Algunos de esos principios de las finanzas son: ajustar el crecimiento de la empresa a sus recursos y al crecimiento del mercado, diversificar siempre, controlar que la rentabilidad de las inversiones supera al coste de financiarlas, mantener un endeudamiento que permita cubrir el servicio de la deuda, pagar un dividendo prudente y sostenible y gestionar los riesgos para evitar las pérdidas catastróficas. Estos principios marcan límites y son bien conocidos, aunque a veces se olvidan por un exceso de optimismo en periodos de fuerte crecimiento o de pesimismo en tiempos adversos, cuando la recuperación parece lejana.

En segundo lugar la dirección financiera ha de aprovechar las nuevas tecnologías, en la actualidad, las digitales. Lo digital transforma las finanzas porque promueve una gestión automatizada, integral, remota y en tiempo real. Mejora la fiabilidad y el tratamiento de los datos y la robotización de los procesos. El big data y el business analytics, por ejemplo, contribuyen al éxito al analizar datos masivos mediante algoritmos inteligentes. Las máquinas cada vez más realizan mejor tareas antes reservadas al ser humano. La importancia de la tecnología para las finanzas la atestigua la previsión de que se precisará un chief financial technology officer.

El tercer elemento exige estar atento al entorno, cada vez más complejo, que reparte las cartas con las que la empresa debe jugar sus bazas. Cuando la influencia del entorno es intensa se produce, por reacción, una gran sensibilidad a su evolución. Sin embargo, cuanto más apacible parezca más preparado ha de estarse a que cambie. Por ello hay que planificar para no depender de la fortuna y bascular según sus vaivenes.

Su responsabilidad

La situación financiera exige un seguimiento especial porque cuando se deteriora no goza del beneficio del tiempo. Al contrario, cobija los mecanismos para que se degrade todavía más. Por ejemplo, un déficit estructural cubierto con deuda tiende a crecer autónomamente porque los intereses se agrandan y acumulan en una espiral tipo bola de nieve.

El financiero debe desarrollar convicciones propias y flexibles a las circunstancias de su empresa. Las convicciones deben ser firmes y consensuadas con el resto de la dirección porque se corre el riesgo de vulnerarlas con la euforia de los mercados, cuando prima el crecimiento y la rentabilidad y se menosprecia el riesgo. Conviene recordar que el plan general de contabilidad aconseja ser muy sensible al riesgo. Por algo lo menciona casi cien veces mientras que rentabilidad solo lo hace cinco.