José María Calleja: Buscar la verdad y no poseerla

Homenaje de sus alumnos a José María Calleja

“Si observas un elefante desde un helicóptero, también puede ser una hormiga”, decía José María Calleja a los estudiantes que hoy lo recuerdan en Next Educación, a través de sus apuntes, en una lección magistral que recopila muchas de sus enseñanzas sobre el valor de un periodismo comprometido, honesto y hecho con “los cinco sentidos”.

¿Quién era de verdad José María Calleja? La pregunta la formula una colega que ha compartido bastantes horas de plató con el periodista vasco que ha muerto demasiado pronto, en 2020, durante la pandemia del Covid19. María Rey lo conocía hasta el punto de saber que el analista repetía como un mantra la letanía de “buscar la verdad y no intentar poseerla”. Se lo decía a los chicos universitarios que iban a sus clases ávidos de aprender de un maestro del periodismo.

Mientras ese hombre, que se enfrentó al poder impuesto por las armas en Euskadi, que vivió 17 años entre escoltas bajo la amenaza incierta de sufrir un atentado, les decía que no se obsesionaran con la objetividad porque lo importante es buscar la manera más honesta de contar lo que sucede, gastando zapatilla y hablando con la gente en el lugar de los hechos. Calleja enseñaba a sus alumnos a aplicar la lógica del periodismo analógico en la era del periodismo digital, dice María Rey. Esas enseñanzas son las que ha recogido Next Educación entre algunos de sus alumnos, para guardar la memoria de un maestro que amaba la libertad de expresión.

Yo era una chica de 18 años y no había visto muchas cosas, venía de un pueblo de 8.000 habitantes, así que encontrarme a aquella persona en clase me fascinó. Las clases tenían muy poco que ver con la teoría, nos explicaba cómo eran las redacciones, nos hacía leer libros, ver películas como “Liberty Balance” o “Primera Plana”, comentábamos en clase.

En el atentado del 11-M nos dijo: “José María Aznar está compareciendo así que iros todos al bar o donde tengáis una televisión, veis la comparecencia y cuando termine la clase venís y me dais un titular”. Eso eran las clases de Calleja.

Paloma García asegura que le inculcó el amor por contar historias. Fue “la mejor persona posible para darnos la bienvenida a una panda de jovenzuelos que tenía el sueño de ser periodista”. Dice que era espectacular estar con él en clase por su “asombro constante, el aprendizaje y la alegría”. “Creo que he aprendido de él la fuerza, la vitalidad, la energía y toda esa enorme valentía para buscar la verdad y para contar las cosas como son, con un lenguaje inclusivo y radicalmente feminista”, asegura María San Miguel, para añadir que “con su marcha todas nos sentimos mucho más solas”. Como él diría:‘Nos hemos quedado un poquito para los chacales’.

“Yo lo recuerdo entrando en clase y diciéndonos:

‘Bueno, alumnos:

¿Qué opinan ustedes de las noticias de hoy?

¿Qué destacarían?

¿Qué han escuchado en la radio?

¿Qué han leído en los periódicos?

¿Qué han visto en la televisión?’

Muchas veces éramos incapaces de decirle una noticia, de contarle qué habíamos escuchado, según Beatriz Caballero, quien recuerda que les decía: ¿Pero ustedes el día de mañana se van a hacer llamar periodistas, si no han escuchado lo que ha pasado desde primera hora, si no han investigado hasta el fondo de la cuestión el por qué ha ocurrido este acontecimiento y si no saben con qué consecuencias nos vamos a encontrar después?’

“La democracia es la capacidad para vivir con personas que no piensan igual que tu’

“Creo que fue un periodista y un profesor muy comprometido con la realidad, eso hizo su sello de identidad”. A Beatriz Caballero se le ha quedado grabado que lo que decía el profesor: el ‘qué’ sin el ‘por qué’ carece de sentido” y añade que les enseñó a distinguir lo que es noticiable dando “a ir más allá de los propios, a indagar hasta el fondo de la noticia”, porque “había que saber qué era lo que motivaba a alguien a hacer algo” o para saber por qué llegaba esa noticia a portada: “No podíamos sacar noticias a toda velocidad sin profundizar en ellas”. El profesor Calleja nos hizo verla importancia de un trabajo que iba a ser más necesario que nunca, en pleno auge del periodismo digital que lanza noticias a toda velocidad, “sin importar mucho hasta qué punto se contrastan las fuentes”, dice Beatriz.

10 Principios del Periodista:

  • Buscar la verdad
  • Lealtad al ciudadano
  • Verificar la información
  • Mantener la independencia respecto del poder
  • Mantener la independencia respecto de quienes informamos
  • Ofrecer un foro público para el debate y la crítica
  • Respetar la conciencia individual de cada uno
  • Buscar un significante relevante y sugerente
  • Dar noticias exhaustivas y proporcionadas
  • Ofrecer al ciudadano la información que necesita para ser libre y autogobernarse

Ismael Cámara se llevo conocimiento de sus clases, pero, sobre todo, sensaciones y recuerda “cómo conseguía hacernos sentir periodista tratándonos como tal”. Esa era su filosofía de enseñanza. Sin memorizar ni repetir. Para él, fue “un gran profesor, una gran persona y un profesional que marcó a una generación”. Con mucho debate y análisis “conseguía que sus clases estuvieran muy conectadas a la realidad”. Calleja marcó a una generación porque “insistía mucho en el periodismo de calidad, en el valor de la verdad”.

“Todo lo que necesito saber de este oficio cabe en 11 folios por las dos caras”, porque “su asignatura fue la única que debimos haber cursado entonces; lo demás, pastoreo”. Recuerdo de Peio.

La realidad descarnada parece ficción

Peio sacó sus apuntes el día que murió. Y escuchó: “La realidad descarnada da la impresión de que es ficción”. Y afirma: “Calleja se coló con esta frase en mi vida”. Mas de veinte años después Peio se ha dado cuenta de que “todo lo que necesito saber de este oficio cabe en 11 folios por las dos caras”, porque “su asignatura fue la única que debimos cursar, lo demás, pastoreo”. 

No había teoría, no había objetivos inalcanzables, había zapatilla, había calle, asegura Peio para transmitir que había complicaciones que se resolvían con buen oficio. Calleja decía que “la objetividad debería ser sustituida por la profesionalidad. Creer en el trabajo bien hecho y en la búsqueda de la verdad pero no en su posesión. La dificultad de contar los hechos no puede ser una coartada para no contar la verdad. Esta frase la marcó en sus apuntes. Los periodistas no podemos ser neutros, eso es para los detergentes; y según qué temas, tampoco podemos ser neutrales”. Y cuando decía esto se refería, claro está, a ETA, aclara este alumno. 

“Intentar asesinar a un periodista o asesinarle era intentar amordazar a una sociedad’. Recuerdo de Víctor Casas 

Recuerdo a José María Calleja como ese periodista al que admiraba antes de que fuese mi profesor de Periodismo Interpretativo en la Universidad Carlos III de Madrid. Me marcó con dos frases: Es mejor contar bien una historia que ser el primero en contarla, porque no podemos cometer ningún fallo; la dignidad de los periodistas tiene que estar siempre unos peldaños por encima del miedo, ese miedo que él nunca tuvo porque vivió 17 años y medio con escolta debido a las amenazas que sufría por parte de la banda terrorista ETA. “En una sesión dedicada al terrorismo nos dijo que intentar asesinar a un periodista o matarlo era amordazar a una sociedad”. Nunca lo vamos a olvidar, termina.

“Al final un elefante desde un helicóptero también parece una hormiga’. Recuerdo de Carlos Cortés

La lección con la que me quedo de José María, dice el alumno Carlos Cortés, es que “cualquier hecho, cualquier noticia, puede ser observado desde muchas perspectivas y cada una de ellas cambia nuestra percepción global. Al final, un elefante desde un helicóptero también parece una hormiga”.

Tener a José María Calleja en la facultad era para todos un alivio, en opinión de Bárbara Vidal. “Estábamos acostumbrados a profesores que ponían de ejemplo reportajes sobre los cangrejos del río y él te obligaba a leer A sangre y fuego, de Chaves Nogales o El bucle melancólico, de Jon Juaristi. Calleja se alejaba del periodismo tibio, de medianía. Consideraba que había que posicionarse del lado de la realidad, del lado de la verdad de los hechos. Y eso duele y se siente”.

“Las palabras ni son neutras ni son neutrales”, les dijo según los apuntes de Raquel Blanco Vílchez. Y amplió materia: “No son neutras porque tienen una significación y una connotación. Y no son neutrales porque son elegidas; y de esa elección dependerá la creación de una u otra realidad”. 

“Quien miente, pierde’. Recuerdo de Sandra Cadeño

Por si los escoltas armados no fueran suficientes en la primera impresión del primer día, lo primero que nos dijo el profesor José María Calleja fue: “Que sepáis que el periodismo es uno de los oficios con más precariedad y más paro en España, ya no podéis decir que no os lo he avisado”. Después nos dijo mucho más:

“Un periodista con amplitud de miras”; “siempre se deben cubrir las informaciones con los cinco sentidos”; “un periodista vale lo que vale su agenda” o “nunca firméis una información si no estáis completamente de acuerdo con lo que se dice.  Siempre decía que tenía grabado el olor de cuando hacía las coberturas de los atentados de la banda terrorista ETA.

Carolina dice que el terrorismo estaba muy presente en sus clases. “Yo era muy joven, llegaba de Galicia, y seguramente tuve con él la primera experiencia directa de lo que significaba sufrir la violencia de ETA, viéndole cada mañana entrar a clase con sus dos escoltas”. Aquel año Calleja les recomendó el libro de Fernando Aramburu Los peces de la amargura, que me marcó especialmente.

“Si hay algo que definía a José María Calleja era que hablaba con titulares”, destaca Alberto Fandos: “Era capaz de transmitirte la sensación de lo que era vivir y cubrir un acto terrorista con el olor a pólvora que dejaba el atentado”.

El terrorismo “es una siembra de miedo”, decía, “se asesina a uno para aterrorizar a miles, lanzando un mensaje. Esto nos convierte a los medios de comunicación en un elemento indispensable para los terroristas, que los utiliza “como difusores”. Y apuntaba que hay dos opciones para informar de atentados: hacer una caja de resonancia, amplificando los efectos del atentado o Informar de manera beligerante y aportar la mirada de las víctimas. 

Al cabo del tiempo, Carolina quiso compartir con el profesor Calleja un trabajo que buceaba un poco en el germen de la violencia dentro de ETA a finales de los años 60. “Le envié un mensaje con el link a ese podcast de “La niña invisible”. Y nunca tuve respuesta. Un amigo común me dijo que se había contagiado del Covid-19 y que estaba hospitalizado. “Por desgracia no pude darle un abrazo más, porque a los pocos días supimos que nos había dejado”.

Ver homenaje aquí.