Las estrategias de Comunicación llevadas a cabo en el mundo de la política son decisivas para ganarse al electorado y para convencerle de que sus propuestas son las más adecuadas. Sin embargo, la Comunicación Política cobra un papel todavía más importante cuando los partidos o las instituciones son golpeados por la falta de credibilidad.
Ante un momento de crisis, ya sea de tipo político, económico o social, la respuesta habitual de los ciudadanos es la pérdida de confianza en las instituciones y hacia aquellos que les gobiernan. En ese contexto, la Comunicación Política juega un papel fundamental en los organismos públicos para recuperar y mantener la credibilidad del electorado.
Saber cómo actuar y qué medidas tomar es responsabilidad, por tanto, de los profesionales de la Comunicación en el ámbito de la política. La comunicación se convierte así en un factor estratégico para operar de manera eficaz y con resultados positivos. En este proceso la autoridad responsable debe rodearse de un equipo técnico profesional que colabore directamente en la materia.
Cuando la crisis ha pillado por sorpresa a la institución los actores participantes, ante la falta de previsión, deben afrontar la situación con profesionalidad. En caso de ser una situación que ya se preveía, deben intentar adelantarse a los hechos, revisar sus actuaciones, buscar las causas del problema y, sobre todo, reconocer sus errores.
El portavoz se convierte en una de las figuras más importantes para garantizar el control de la información ante la presión mediática a la que se enfrenta. Es un intermediario entre el responsable político y los medios de comunicación y la ciudadanía. Tiene la función de representar a la institución ante el público.
Sin embargo, el líder político es el que asume la responsabilidad real del problema y como tal debe actuar con transparencia y sinceridad pues la opinión pública tiene derecho a conocer todo lo que acontece en torno a la crisis ya que también pueden verse afectados por las consecuencias de la misma. El silencio no es una buena opción en ningún caso, incluso si la información que corre es falsa. La única opción es la verdad.
En la gestión de la crisis el objetivo es dar explicaciones sobre lo ocurrido ante la ciudadanía a través de un mensaje meditado y preparado por un equipo profesional de comunicadores. El mensaje debe poner a la institución en buen lugar transmitiendo una imagen de responsabilidad y con la firme intención de solucionar el problema.
El objetivo es acabar con la incertidumbre generada en la ciudadanía. Añadir certidumbre, en muchas ocasiones, significa más que transmitir una buena o una mala noticia. Por tanto, el mensaje debe ser contundente. No es adecuado añadir dramatismo pero sí hacer analogías históricas para hacer entender a la sociedad que en otros momentos también hubo crisis y que se superaron.
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